- Aprender a administrar tu dinero puede traer grandes beneficios a tus finanzas personales; recorta los pequeños gastos, infórmate sobre el manejo de tu dinero y no abuses del crédito.
Elaborar un presupuesto, reducir gastos y evitar deudas son algunos consejos clave para ahorrar y no incurrir en números rojos a final de mes
Las actuales dificultades económicas ponen a prueba la capacidad de los ciudadanos para cubrir sus gastos. Aprender a administrar de modo adecuado los ingresos es básico para alcanzar los objetivos. Ahorrar exige una gran disciplina. Por lo general, acarrea importantes sacrificios y la necesidad de tomar decisiones difíciles. Pero esos esfuerzos se verán recompensados con la tranquilidad que aporta el mantener una economía saneada y libre de deudas, a la vez que se afrontará el futuro con mayores garantías y perspectivas de mejora. Elaborar un presupuesto, reducir gastos o evitar deudas son algunas de las claves para aprender a ahorrar.
1. Verificar la situación financiera
Antes de abordar un plan de ahorro, lo principal es comprobar el estado real de la situación económica personal. Se deben contabilizar y revisar en profundidad las finanzas personales: ingresos, gastos o deudas, tanto presentes como futuros.
Hay que contabilizar y revisar en profundidad las finanzas personales
Hay que revisar también la capacidad de respuesta ante posibles imprevistos, como pérdida de empleo, reducción de ingresos, aumento de gastos, vencimiento de deudas contraídas, etc. Si la situación no es la idónea, debe iniciarse lo antes posible un plan para subsanar los desequilibrios.
2. Registrar y clasificar los gastos
Se debe elaborar y guardar un registro de todos los gastos y jerarquizarlos desde los más importantes a los más nimios. Una opción es comenzar un registro semanal o mensual, ya sea digital o en archivadores o cuadernos, para luego ampliarlo.
La mejor manera de recortar gastos es conocerlos con exactitud. Así será posible establecer prioridades en el gasto.
3. Elaborar un presupuesto
Debe confeccionarse un presupuesto que refleje tanto los gastos como los ingresos para, a partir de ahí, equilibrar ambas partidas y comenzar a ahorrar. La manera de hacerlo es reducir la partida de gastos, o en el mejor de los casos aumentar los ingresos, para buscar un excedente que se dedicará al ahorro.
Una vez realizado, de nada servirá si no hay una apuesta decidida en cumplir las premisas que se han marcado. La constancia y tenacidad son claves.
4. Fijar un porcentaje de ingresos para el ahorro
Los expertos recomiendan un excedente de al menos el 10% de los ingresos dedicado al ahorro. Lo más conveniente para reservar ese porcentaje es considerar esta cantidad como un gasto fijo ineludible más.
Sin una ausencia de obligación de pago, resulta muy difícil mantener esa premisa. Una opción puede ser la apertura de una cuenta de ahorros para tal efecto. Con ella, el registro de los ahorros es más sencillo, la motivación aumenta y se acumulan intereses.
5. Establecer metas de ahorro
La clave está en reforzar el hábito de ahorro para alcanzar los objetivos establecidos de antemano. Si se dispone de una meta, los esfuerzos que exige el plan son más asumibles y se mantiene una constancia.
Conviene comenzar con pequeñas metas y, una vez obtenidas, lanzarse a retos mayores
Para no incurrir en frustraciones, lo mejor es comenzar con pequeñas metas y, una vez obtenidas, lanzarse a retos mayores. Para ello, en el presupuesto ha de definirse la cantidad necesaria, el tiempo y la estrategia para realizarlo.
6. Eliminar los gastos superfluos
Dar prioridad a los gastos ineludibles y desechar los alentados por un impulso de satisfacción inmediata. El presupuesto determinará las prioridades y ayudará a rechazar esos pequeños gastos innecesarios que harán factible el ahorro. Deben analizarse los hábitos de consumo para poder recortar gastos.
7. Crear un fondo de emergencia
Una vez que se registran resultados en forma de excedentes del ahorro, debe asegurarse una parte de esa cantidad para constituir una reserva de dinero. Esta solo se utilizará en caso de emergencia o imprevistos ineludibles.
8. Evitar y/o controlar las deudas
Para no incurrir en deudas o que estas no se incrementen, una prioridad ha de ser la de pagarlas en el plazo estipulado. Asimismo, se debe aprender a vivir con los ingresos de que se dispone y no a base de préstamos y créditos.
En esto, el presupuesto deberá regir de nuevo las acciones de gasto. Para ahorrar dinero es necesario contar con la menor cantidad de deudas posible, ya que de otro modo el excedente se irá en el pago de los intereses. Se debe gastar lo que se tiene. De ahí que convenga utilizar las tarjetas de crédito lo menos posible.
9. Buscar ofertas y descuentos
El ahorro pasa por la reducción del gasto. Buscar, comparar o negociar las mejores ofertas y descuentos es básico en este objetivo. Las ofertas y descuentos aparecen en casi todas las partidas de gasto si se persiguen con tenacidad.
Una vez que se ha conseguido un excedente de dinero gracias al plan de ahorro, conviene sacarle el máximo rendimiento posible
Desde el ahorro en la energía del hogar (facturas de electricidad, agua, gas, teléfono, transporte...), hasta la compra o la ropa (listas para el supermercado, periodos de ofertas y rebajas, promociones, liquidaciones...) y la reducción en los gastos destinados al ocio (comidas fuera, actividades gratuitas o páginas web de descuento) es posible con las medidas adecuadas.
10. Invertir con precaución
Una vez que se ha conseguido un excedente de dinero gracias al plan de ahorro, conviene sacarle el máximo rendimiento posible, pero siempre con las mayores garantías. Nunca debe olvidarse que a mayor beneficio, mayor riesgo, si bien se busca asegurar unos ahorros, no perderlos en aventuras financieras.
Los ahorros deben depositarse en instituciones fiables y solventes, elegir las mejores ofertas del mercado, como los depósitos a plazo fijo, siempre que se comparen los distintos tipos de interés ofertados por las entidades para las cuentas de horro. Conviene huir de rendimientos extraordinarios, ya que rara vez las promesas de este tipo son satisfechas. Por último, bajo ningún concepto se deben contratar productos financieros que no se comprenden.
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